La alimentación durante los primeros años de vida influye en el desarrollo de buenos hábitos alimentarios y desarrollo de enfermedades a largo plazo. En el caso de los niños de corta edad, los alimentos lácteos siguen teniendo una gran relevancia en la dieta diaria, y la utilización de fórmulas de crecimiento, enriquecidas en los micronutrientes deficitarios en esta etapa, y con un perfil de macronutrientes más equilibrado, presenta beneficios nutricionales frente a la leche de vaca. El hierro es un mineral necesario para el transporte de oxígeno a las células, actividad antimicrobiana y desarrollo de neurotransmisores. La vitamina D tiene un papel fundamental en la mineralización y adquisición de masa ósea. Según la Agencia Europea sobre Seguridad Alimentaria (EFSA), el hierro y la vitamina D son dos nutrientes cuya ingesta en niños pequeños en Europa es inferior a los valores de referencia dietéticos (DRI). La prevalencia de deficiencia de hierro es un 11-15% y en vitamina D supone un 25% en niños europeos de 1-3 años. La ingesta diaria de cantidades de entre 400 y 500 ml de leche de crecimiento (LC) suplementada en estos compuestos, puede llegar a cubrir un 60-80% de las necesidades diarias de hierro y un 30-45% de las de vitamina D.
Las proteínas son los componentes estructurales y funcionales más importantes de las células del organismo. El exceso de proteínas en la alimentación durante los primeros 2 años de vida se asocia a una mayor ganancia de peso y mayor riesgo de padecer sobrepeso u obesidad a largo plazo. El consumo de LC en el segundo año de vida en vez de LV disminuye el consumo de proteínas en alrededor de un 15% y contribuye a disminuir la adiposidad.
La adicción de prebióticos y ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga en las fórmulas infantiles ayuda al desarrollo neurocognitivo e inmunológico del niño. Los prebióticos son oligosacáridos que inducen a cambios beneficiosos en la microbiota intestinal. El ácido docosahexaenoico es un ácido graso poliinsaturado de cadena larga de la serie omega-3 que influye en la actividad cerebral en niños de 1-3 años. Las fórmulas de crecimiento suplementadas con prebióticos y omega-3 disminuye el riesgo de padecer infecciones respiratorias y digestivas en estas edades.