Durante los 1.000 primeros días de vida, es necesaria una nutrición óptima para cubrir las necesidades de crecimiento y desarrollo del niño, así como para determinar el estado de salud tanto a corto como a largo plazo. En los últimos 30 años, se ha dado a conocer la importancia de algunos componentes de la leche materna como son los compuestos relacionados con la microbiota. Por ello, se ha introducido prebióticos y probióticos en las fórmulas infantiles con el objetivo de nutrir al lactante y mejorar su protección frente a las alergias alimentarias.
La microbiota del individuo desempeña un papel importante en la salud desde los primeros años de vida. Existen muchos factores que determina la composición de la microbiota durante la primera infancia como es la edad gestacional, el tipo de parto, la microbiota materna, el tipo de alimentación, la exposición de antibióticos, entre otros. El crecimiento saludable se asocia con una mayor presencia de Bifidobacterium longum y Streptococcus thermophilus en los primeros 6 meses de vida. Una alteración en su equilibrio, distribución o función aumenta el riesgo de desarrollar numerosas enfermedades, entre ellas la alergia alimentaria.
Las proteínas de la leche de vaca son el primer alérgeno alimentario al que habitualmente se expone el recién nacido, por lo que suelen atribuirse a las primeras reacciones alérgicas a alimentos. Las fórmulas infantiles suplementadas con prebióticos y probióticos mejoran la evolución del niño frente a la alergia a las proteínas de la leche de vaca (APLV).
Según la mayoría de las guías internacionales, la fórmula de elección en primera instancia en niños con APLV es la fórmula extensamente hidrolizada, y como segunda elección recomiendan las fórmulas a base de aminoácidos libres, las fórmulas a base de proteínas hidrolizadas de arroz o de proteínas de soja. Cada vez existe mayor evidencia de que las fórmulas parcialmente hidrolizadas de arroz son seguras en los niños con APLV y favorecen un correcto crecimiento.