En los últimos años ha habido un interés creciente en la relación entre la cantidad y la calidad de las proteínas en la alimentación infantil durante los primeros meses de vida debido a la influencia de las mismas sobre el posterior desarrollo de sobrepeso y obesidad y por tanto sobre el riesgo de padecer enfermedades crónicas posteriores.
Ponente:
Dr. Isidro Vitoria Miñana.
Médico pediatra y bioquímico. Dirige la Unidad de Nutrición y Metabolopatías del Hospital Universitario La Fe de Valencia y es coordinador del Grupo de Trabajo en Nutrición de la Asociación Española para el Estudio de los Errores Congénitos del Metabolismo (AECOM), además de profesor asociado de Pediatría de la Universitat de València.
Las proteínas en grandes cantidades durante la primera infancia estimulan tanto el crecimiento del lactante como el riesgo de padecer obesidad en la infancia tardía y adolescencia. Por ese motivo, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentario (EFSA) recomienda reducir la concentración de proteínas en las fórmulas infantiles siendo la cantidad de 1,8 a 2,5 gramos de proteína por 100 kilocalorías.
Algunos de los avances de la fracción proteica de las leches infantiles a lo largo de los años ha sido aportar menor cantidad de proteínas manteniendo una elevada calidad, y un correcto valor biológico y porcentaje de aminoácidos esenciales. Además, se han añadido proteínas bioactivas como son la osteopontina láctea, la membrana del glóbulo graso lácteo (MFGM) y la alfa-lactoalbúmina, que aportan propiedades nutritivas, prebióticas, inmunitarias y cognitivas.
La alfa-lactoalbúmina supone un 25% de las proteínas de la leche materna y está formada en un 63% por aminoácidos esenciales. Tiene un papel nutritivo clave para lograr anabolismo proteico y una elevada afinidad con cationes divalentes ayudando a que se absorba mejor el hierro. Además, es rica en lisina, cistina y triptófano, teniendo acción ansiolítica, propulsora del glutatión y de la serotonina. Esta proteína participa en la síntesis de la lactosa presente en la leche materna y tiene una doble función imprescindible en el lactante como es la apoptosis y la inmunidad.
La MFGM está compuesta principalmente por lípidos y proteínas, aportando funciones clave en la señalización celular y defensa inmunitaria. Los fosfolípidos presentes en la MFGM son fundamentales para la protección de la mucosa gastrointestinal, el desarrollo de la capacidad cognitiva y de la memoria. Existen otro tipo de lípidos denominados gangliósidos con una función importante en el desarrollo del aprendizaje en los primeros meses de vida.
La osteopontina láctea es una proteína bioactiva multifuncional presente en muchos tejidos y fluidos corporales como es la leche materna. Especialmente, se encuentra una elevada cantidad de esta proteína en el calostro, cordón umbilical y suero de niños pequeños. Influye fundamentalmente en la mineralización ósea extracelular, remodelación de tejidos, función inmunitaria y tiene un papel sinérgico con la lactoferrina.
Las innovaciones en la alimentación infantil en cuanto a la fracción proteica se dirigen hacia una disminución del contenido proteico y la adición de proteínas bioactivas como es la alfa-lactoalbúmina, MFGM, osteopontina e inmunoglobulina A.